18 diciembre 2010

A LoS ReESPOnSABLES INSCRIPTos, y a los demás también...

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CANTANDO LA RESPONSABILIDAD
por D.M. H.-


Un hombre salió de su casa temprano
Al llegar la tarde, cae en la cuenta—
dejó a su hijo adentro, ¡lo ha olvidado!


Echa a correr el hombre
como quien llega y lo encuentra,
mas al llegar solo ve sus labios
los labios del niño 
que de sangre revientan.-

Se acerca fin de año. Las salutaciones, cumpleaños y despedidas se transforman en el leitmotiv de una época en la que abundan reuniones entre amigos y aumenta la cuota de tiempo libre, pero... ¿Qué es de la responsabilidad?



Con la Navidad pisándonos los talones, cada diciembre trae consigo ese aire de fiesta en son de paz que se evapora, parecería algunas veces, al cabo de una noche. Hasta que llega, inunda la ciudad de adornitos, colores excéntricos y espectáculos, y parece crear más expectativa en la gente que el mismísimo estreno de la última película de Harry Potter. Así, con las reducciones horarias, cambios de turnos y finales de cursado, grandes y chicos se entregan a un viaje de goce y relajación. 
Pero lo cierto es que el año aún no termina; el trabajador tiene que seguir trabajando y el estudiante promedio no ha liquidado aún todos sus deberes: el fantasma de los problemas sin solucionar y las materias sin rendir atenta, si bien no tanto, contra la sensación plena de estar de vacaciones. Por eso, en un momento en que la responsabilidad parece haber cumplido ya su ciclo, se escribe a continuación una nota a modo de "elogio de la responsabilidad", valor que no puede caer nunca en el olvido.


"...Ya nacemos condicionados por el tiempo: todos tenemos fecha de vencimiento, aunque nos neguemos a ella."



Al hablar de responsabilidad, generalmente se asocia la palabra con lo que uno tiene que hacer, con aquello que se presenta como un deber, una carga, ¡o hasta una deuda!
Tomado este valor como deuda, sin embargo, podríamos que extender su aplicación fuera del ámbito económico/legal y reparar en el sentido de responsabilidad no sólo para con un otro extraño a quien se le debe dinero, tiempo, o trabajo, sino también en relación con nuestros vínculos de pares y amigos. ¿Acaso dejo de ser responsable de mantener un lazo de amistad vivo porque termina el año? ¿No soy responsable de demostrar mi afecto por mis padres, mis hijos, mis hermanos, etc. incluso cuando todo "termina"?


Cuando el pasado miércoles 3 de noviembre Sergio Sinay llegó a Rosario para dar su conferencia "Elogio de la responsabilidad" (auspiciada por OSDE), en el salón Metropolitano, Alberto Lotuf introdujo la temática de la charla diciendo, "Veremos por qué la responsabilidad es un valor inherente a la vida humana, a la vida..." Y es que la responsabilidad es inherente a la vida— incluso en diciembre.


Resulta casi paradójico que en un mes que crea tanta expectativa y convoca a la reunión solamos comenzar a descuidar los afectos— pero esto sucede. Es que entre preparativos y despedidas, el acontecimiento tiende a superar a las sensaciones, y todo el mundo anda vivenciando el después con fulano o mengano mientras se olvida del hoy, el hoy que está compartiendo con otro a quien ya casi no registra. Es por eso que dedicar un minuto a elogiar la responsabilidad en este fin de año distaría de resultar absurdo, al contrario—puede ser perfectamente necesario  para algunos y no tanto para otros, pero de cualquier modo invitaría a la reflexión, a la revisión de nuestro vínculo con el otro más allá de las fiestas del próximo fin de semana.


Si hay un aire a libertad en esta época, la responsabilidad no haría mal en ir de la mano con él. Como bien se dice, todos los extremos son malos, y aunque las vacaciones están cerca para algunos y para otros ya son un hecho, la responsabilidad como valor humano no debería dejarse a un lado. Se trata de La responsabilidad para tratarse, para tratar con el otro, para disfrutar sin perjudicar a terceros, para evitar un accidente de tránsito, o cualquier mal trago a fin de año.


"Gracias a que estamos limitados, somos libres," dijo Sinay, allá no tan lejos por noviembre. "Es una paradoja, de las cuales está llena la vida." Y para especificar su punto, agregó: "Hablar de libertad es hablar de condicionamientos. Ya nacemos condicionados por el tiempo: todos tenemos fecha de vencimiento, aunque nos neguemos a ella." Entonces, para quienes admiten considerar a la libertad un valor fundamental, la responsabilidad no puede ser menos, porque, ¿de qué sirve ser libre si no se atiene uno a ciertos límites? Divertirse y relajarse suena excelente y se disfruta mejor, pero también es válido mantener la cuota de responsabilidad al día, aunque parezca anticuado decirlo.








Si hay un aire a libertad en esta época, la responsabilidad no haría mal en ir de la mano con él...




¿Responsable? ¿Ante quién?


Bien decía ya al principio de este artículo que la responsabilidad a considerar en esta época ya no pasaría por la tarea que tengo que hacer para mañana, ni el problema laboral que debo resolver antes del 31 solamente. Hay una responsabilidad— así como también hay una libertad— de índole esencialmente social: todos nos debemos a los demás y trabajamos como partes de un conjunto, es decir, tal como sostenía Durkheim, a modo de órganos miembros de un mismo cuerpo.


"Los valores están realmente en circulación cuando estamos en contacto con los demás," fueron las palabras de Sinay en su conferencia del mes pasado. Dichas palabras encabezaron una diferenciación que realizó el escritor entre dos palabras que se encuentran muy en boga y que se toman como sinónimas, pero justamente porque son sinónimas existe una diferencia entre ellas: ética y moral. La ética se corresponde con la escala de valores individual que cada uno tiene a la cual cada miembro de la comunidad se aferra. La moral, por su parte, es de carácter social y está definida por la jerarquía de valores que define y preserva a la sociedad como tal. Sinay definió a nuestra escala de valores como "una segunda piel", metáfora que le valió varias sonrisas en los rostros de los presentes.


El tratamiento de "EL OTRO"


Durante su "Elogio de la responsabilidad", Sergio Sinay dedicó una parte de su conferencia a la definición y caracterización del otro y el concepto que cada uno tiene respecto de él. "Pensamos al otro hecho a imagen y semejanza de nosotros, con los mismos gustos y preferencias, como si fuera en la misma dirección," dijo entonces. "Después nos topamos con un otro que es otro. No es un espejo, no es un guante que entra y calza perfectamente en mi mano."
Estas palabras hacen pensar a la responsabilidad como cumplidora de un rol esencial a la hora de aceptarse uno mismo y al otro tal cual es. También remite esta reflexión a la frase hecha de que es más fácil querer cambiar a alguien que aceptarlo como es. Lo cierto es que si hay un adjetivo que define al ser humano ese es caprichoso, y lo de aceptar parecería ser hoy en día, a pesar de leyes y normas sociales, algo que se dice mucho pero se practica apenas un poco.


"Aceptar a la propia imagen en el espejo es fácil," advirtió Sinay, aún en tren de sus metáforas, "pero aceptar al diferente exige un trabajo de conciencia." Dentro de lo que a continuación el escritor desarrolló como "evolución de la conciencia", la mayoría de los individuos llegaría a estar consciente de que es parte de un todo en el cual es necesario y del cual no podría pensarse afuera porque debe su existencia a ese todo.; sin embargo, advirtió Sinay, no todos llegamos a ese estado de madurez en que se adquiere un grado de conciencia del otro. Es lógico que ante vínculos no elegidos, como son las relaciones de parentesco, "lo que se elige es cómo actuar frente a ellos; se elige la actitud."


Por lo pronto, entre los deseos de fin de año y el turrón de Navidad, elogiar a la responsabilidad no deja de ser una tarea ardua y a mantener a largo plazo. Es posible, sin embargo, llevar este valor a la práctica sin sufrir graves lesiones; basta con reconocerse y reconocer, con asumir roles y cuestionar atribuciones que se le hagan a uno de cierta culpa. Basta con no descuidar a quienes tengamos a nuestro alrededor por programar algún evento "importante", y basta con tener la voluntad de no tirar por la borda el esfuerzo de todo un año. 


Si somos forma transitoria de la vida, como explicó Sinay con su "conciencia de ola/mar", entonces disfrutemos nuestra esencia, hagamos de ella un tributo no sólo a lo que somos cada uno en particular, sino a lo que es el otro con quien compartimos nuestra existencia. Y en ello, la responsabilidad y el respeto juegan un papel vital.




Enlaces útiles:


http://www.sergiosinay.com


http://www.sergiosinay.com/Conferencias.aspx

¿QUÉ NOS DICE LA RAE?


http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=responsabilidad



















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