16 octubre 2010

A propósito de su 100º aniversario, la Asociación Cultural Dante Alighieri de Rosario presentó el viernes 16/10 la obra “L’uomo dal fiore in bocca” de Luigi Pirandello.



CHARLA DE CAFÉ: CON EL CORAZÓN EN LA BOCA Y LA FILOSOFÍA A FLOR DE PIEL











"Una puesta en escena (versión en castellano) que mereció las varias rondas de aplausos y elogios por parte de un público respetuoso y evidentemente pensante."


Hm... Luigi Pirandello. Tal vez la primera asociación que se le ocurre a uno hacer es con la obra “Seis personajes en busca de un autor”. Ahora bien, no en vano se dice que para conocer por completo a un autor no hay que leer sólo sus obras catalogadas por el cannon como “maestras”, sino también aquello que los críticos y el público en general ignora, ya sea voluntaria o involuntariamente, o hasta desdeña. Sucede todo el tiempo con Henry James, por ejemplo. ¿Acaso sabe alguien que escribió Confidence y numerosas nouvelles aparte de Otra vuelta de tuerca? En fin, sucede así con la mayoría de los autores… Y Pirandello no es la excepción.

EL TEATRO DE PIRANDELLO


“L’uomo dal fiore in bocca” o bien “El hombre de la flor en la boca” es una obra en parte autobiográfica escrita en italiano pero que, tal como juzgó algún espectador en la velada del viernes, retrata motivos universales, entre tantos, el del hombre frente a la muerte. En
“L’uomo dal fiore in bocca” se habla de las sillas como si fuesen personas y de las personas como si fuesen sillas; ¡se menciona a las mujer del protagonista en relación análoga con los perros callejeros! (“…cuanto uno más le pega, más se le prende de los pantalones [...]”). Pero lo que subyace a tantas líneas de un personaje y las tan escasas del otro no es una mera crítica al orden social vigente o un capricho por destacar una voz y desmerecer otra "secundaria". Allí hay algo más, hay algo que trasciende el texto. Hay un devenir de lo real, de lo cotidiano que de pronto resulta extraño, extraordinario: ¿cómo alguien puede pasarse horas observando el modo de empaquetar productos de un vendedor?, ¿es que acaso resulta viable pensar que las sillas esperan que lleguemos a los consultorios de los médicos?, ¿es posible percibir en el vocablo epitelioma una palabra de sonoridad maravillosa y, paradójicamente, un signo del advenimiento de la muerte?
UN POCO DE HISTORIA











Luigi Pirandello fue dramaturgo y poeta, autor dela conocida obra literaria “Seis personajes en busca de un autor”, producción que, según algunos críticos, marcó el comienzo de una de las tantas ramas de la metalepsis, ese recurso tan recurrente en Silvina Ocampo, Cortázar y no menos en Borges. En el caso de la obra que nos compete, cabe destacar que tanto el personaje del “uomo dal fiore” (Almada) como el del “avventore” (Salas) ambos cobran una importancia más que significativa en lo que respecta al hilo conductor de la producción en sí. Esta obra, cuya representación está en vigencia en Rosario desde diciembre del 2009, contó con el notable histrionismo y profesionalismo de Guillermo Almada (Escuela de Teatro de la Universidad Nacional de Cuyo; “La casa de Bernarda Alba”, “NEP”, etc.) y el talento genuino y fresco de Matías Salas (estudiante Escuela Provincial de teatro y títeres; “Otelo, el nuevo musical” de Pepe Cibrián y Ángel Mahler; “El diluvio que viene”, y otras). Luego de un breve recorrido por la historia del nacimiento de la escuela Dante Alighieri a cargo del Ingeniero Amadeo Lombardi, éste procedió a contextualizar la obra y proveer de datos útiles al público, el cual estaba a punto de presenciar la puesta en escena de una de las obras más breves y, sin embargo, más significativas escritas por un clásico y Nobel italiano como es Luigi Pirandello.
¡RIENDA SUELTA AL DEBATE! Finalizada la puesta en escena y oficiando de moderador el Dr. Juan Carlos Picena, actores y espectadores formaron un foro de debate y consolidación de opiniones, críticas y observaciones, tanto del autor y su obra como de los actores y la puesta. En primer lugar, Alamada planteó a Pirandello casi como una suerte de revolucionario, un autor que, para su época, escribió una obra que rompía con los principios del teatro clásico y las convenciones sostenidas por la sociedad de entonces respecto de qué era el teatro y qué implicaba ir a ver teatro. Almada verbalizó también una sensación generalizada y experimentada, al parecer, por gran parte de la audiencia: después del apagón (que se supo luego final), el aplauso tardó unos cuantos segundos en llegar. No es que la obra fuera mala, o la representación mediocre— al contrario. Es que Pirandello no da a su obra el cierre que admite el aplauso instantáneo, ese que llega por intuición de la mano del espectador. Tal vez es posible pensar a Pirandello como un verdadero hacedor de lo efectista, un detallista que jugaba con las expectativas del público: ese público que se queda esperando más, ese público que encuentra en el aplauso una reacción temprana a semejante climax; demasiado temprana, se podría decir, para lo que acaba de ver o experimentar.
¿UNA CUESTIÓN DE GÉNERO?


Lejos de mantener la recurrente estructura “presentación de los personajes-acción/desarrollo-problema-resolución”, la de Pirandello se trata de una producción cuyo final es, en cierto modo, abierto— o al menos esa es la sensación que tiende a provocar. Ya la obra consta de seis páginas y la puesta transcurre tan sólo en media hora— algo así como la micro-ficción de Shua, donde todos y cada uno de los elementos (en este caso, los parlamentos) completan su sentido ni bien el lector (espectador) decide atribuírselos, consciente o inconscientemente. Al igual que en el género de la minificción, "L'uomo dal fiore in bocca" no dice tanto como lo que se puede llegar a interpretar: funciona como una suerte de disparador de reflexiones, y hasta se la podría calificar como tragicómica si pensamos en Shakespeare. Sería válido también encasillarla bajo la denominación de dramatic comedy si asociamos con Ayckbourn. Pero más allá de las categorías genéricas que puedan atribuírsele, se trata sin duda alguna de un clásico que tal vez carece, en cierto grado, de la reputación propia de los clásicos. Por otro lado, una reiterada cuestión que estuvo sujeta a opiniones varias fue la traducción. Qué bueno que en un mundo tan globalizado como el de hoy un lector o un espectador se atreva a percatarse de que detrás de un texto ha habido alguien que posibilitó su llegada a él. En el caso de “L’uomo dal fiore in bocca”, los actores reconocieron haber tomado fragmentos de traducciones varias. El resultado fue, sin duda alguna, una traducción si bien poco localizada al menos fluida, con parlamentos que sonaban bastante naturales al oído y con suficiente frescura para hacer juicio, a pesar de las pérdidas inevitables, al estilo propio del autor.

DE ANÉCDOTAS ED UN AVVENTORE En tren de anécdotas varias, Salas comentó que la obra se había intentado hacer a modo de unipersonal, borrando por completo la presencia de aquel personaje “secundario” que, en cierta forma, podría identificarse con el público en general: el avventore. Uno podría especular respecto del por qué de acortar aún más la obra y pensar en las voces que habrían desencadenado semejante síntesis: "ese personaje está de más," o "¡si no hace falta!" o bien "¿para qué si casi ni habla?". Si semejantes palabras fueron, en efecto, pronunciadas alguna vez por quienes han llevado a cabo semejante intento, entonces es difícil creer que hayan captado la esencia de la obra. En fin, de cualquier modo al público no le agradó, y probablemente el motivo radique en que Pirandello la pensó, después de todo, para dos—si bien es cierto que hay un personaje con más parlamentos y otro que tiende a reaccionar más con el lenguaje de los gestos. No es posible, pues, pensar a uno sin el otro porque ambos se complementan; uno es en tanto el otro existe. Así, es el personaje del avventore— ese que parece estar cómodo, arrellanado en su silla pasivo y apenas pensante— aquel que ofrece el pie para que l'uomo dal fiore ponga su corazón en palabras y saque a relucir toda esa filosofía de vida/muerte que la obra pretende. El personaje de Salas, el avventore, es un hombre casado a quien le aqueja una mera cuestión de traslados innecesarios e infortunios poco significantes. Sus desdichas, como comprobará más tarde, no son nada comparadas con el destino del uomo dal fiore, a quien lo persigue inexorablemente la muerte. Al exponer el último su tragedia de manera que rosa, paradójicamente, lo cómico, el avventore descubre a la par del espectador esa verdad que ronda inmiscuida en algunos proverbios universales y que anuncia: si uno uno está mal, siempre hay alguien que está peor.
Con todo, los actores, las luces y la escenografía en general— paradójicamente sencilla, evocadora de lo cotidiano, sugerente de lo clásicotodos hicieron justicia a un texto que, como bien sugirió Salas y reafirmó Almada, evoca la figura de la muerte pero es, no obstante, un verdadero "canto a la vida”.



Algunas direcciones útiles:


2 comentarios:

  1. Autora:
    he leído el texto y me pareció muy interesante como siempre. Me dieron ganas de leer la obra jaja. Saludos!

    ResponderBorrar
  2. LA OBRA ESTÁ MUY BUENA, LO QUE TIENE ES QUE ES BREVE, POR SI NO TENÉS MUCHO TIEMPO DE LEER O ALGO... SALUDOS LECTORA!

    ResponderBorrar

Si le ha interesado esta nota, ¡acerque su comentario a la autora!