30 septiembre 2012

Día del Traductor 2012 - Apostar a la Traducción Literaria en Argentina

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Día del Traductor 2012
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Apostar a la Traducción Literaria en el siglo de las luces… tecnológicas
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Por Delfina Morganti.-
A los estudiantes de la carrera,
traductores en potencia.
ESCRITORES Y TRADUCTORES AL RESCATE
CARRERA DE LETRAS. La profesora de Literatura Francesa advierte a sus alumnos que deben traer leída Las Iluminaciones de Rimbaud y procede a continuar con su discurso cuando una voz de falsa tímida atina a observar:
—En cuanto a las traducciones, profesora…
La profesora, sin vacilar:
—Bueno, yo nunca digo si una traducción es mala o buena…— ¡Al fin una!—La otra vez una alumna me preguntaba, “¿Pero se puede traducir poesía con rima y metro?”Hm...—Bueno, sí. Claro que se puede…—...Hay que ver qué dice ahora…—…recurriendo a metáforas, sinónimos, perífrasis, paráfrasis…—Me gusta, me gusta, ¿qué más?—El tema es cuando hay una palabra clave, por ejemplo, y el traductor la traduce con un sentido totalmente distinto—. Ya sabía…—O sea que para respetar la rima inventa algo, y además en el sentido contrario. Ahí sí me preocupa…—A mí también, pero vale decir que aunque el lector ni se entere, las editoriales son tan culpables como el traductor si le dejan pasar el “invento”—. No me preocupa que hubiera buscado un sinónimo o una metáfora, sino que, para respetar la rima, ¡dice directamente cualquier cosa!
La alumna, inquieta, no se resiste:
— Eh, pero… Perdón. Entonces, ¿cuál diría usted que no compremos?

Pfff….

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HAY ESCENAS de la vida cotidiana que acaparan nuestra atención para el resto de los días; son esos momentos que quedan en nuestra memoria para ser contados una y otra vez a modo de anécdotas... La de arriba fue uno de ellos y ocurrió, irónicamente, durante la semana que culmina con el Día del Traductor . No es la primera vez que un lector se enfrenta con la cruda verdad de que su presunta “gramática universal” todavía no lo dejó alcanzar el codiciado sendero del poliglotismo. La consecuencia de este balde de agua fría suele ser la necesidad ineludible de recurrir a una traducción.

Muchas veces ocurre que leer a un autor desde una traducción se presenta más como una necesidad que como un deseo—el aventurarse a leer un texto traducido pudiéndose leer el original suele ser patrimonio exclusivo de los traductores mismos, los aspirantes a serlo o afines al campo y los que presumen que lo son.

La estudiante que consulta por la edición portadora de la mejor traducción está pidiendo a gritos un veredicto. Necesita leer la traducción de la obra. En cada instante que una situación de estas ocurre y vuelve a ocurrir—y créanme, se repite, a veces sin un catedrático al frente—la figura universal del traductor es puesta en jaque y se la juzga, quiérase o no, desde la calidad que, según el ojo de la autoridad que esté de turno, demuestra una traducción en singular. Algunas veces el debate no llega a durar ni cinco minutos; otras ni siquiera surge, lo que es peor, porque quiere decir que la figura del traductor está implícitamente dada por sentado o bien omitida. "Si pueden lean el original" o "Siempre, pero siempre trabajen con una versión bilingüe", suelen insistir los profesores de Letras.* 

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¿DESDE QUE EL MUNDO ES MUNDO?
Tradicionalmente, la traducción se las ingenió para que su imperante carácter de necesaria, acabe por opacar, en cierta medida, la cuestión de si es acaso posible, de si "se debe o no se debe" traducir. El campo en el que esta dicotomía suele hacerse más visible es cuando se trata de literatura. 

Algunos críticos y colegas aluden a que las prueban están a la vista: desde que un texto cae en manos de un público lector que desconoce su idioma, las obras se traducen. La traducción acompañó y acompaña a la historia de la humanidad entera en circunstancias decisivas de comunicación entre culturas. Aun así, la traducción arrastra fama de paria.

En Argentina, algunos creen que el traductor debería contentarse con estar todavía vigente, que los avances en traducción automática nos están pisando los talones hace rato. Por otro lado, en los últimos dos años, desde las redes sociales y en provecho de las herramientas Web 2.0, gran parte de la comunidad traductora nacional e internacional no deja de velar por ayudar al colega a percibir sus propios derechos, por difundir una práctica cada vez más ética, profesional y justa de la traducción en todas sus ramas, y esto se traduce—valga la redundancia—en expresión de opiniones en foros cara a cara. 

En medio de un tumultuoso caudal de signos modernos para designar esta profesión—“proveedores” de “servicios” lingüísticos, “ingenieros” en localización...—¿quedará lugar para la traducción literaria? ¿O acaso fue patrimonio de una remota época de oro?

Hace treinta y seis años, cuando Victoria Ocampo reunió a un prestigioso grupo de reconocidos traductores y escritores para el famoso número de la revista Sur titulado Problemas de la Traducción, la escritora y traductora del francés no se equivocó al enunciar una frase que todavía hoy tiene vigencia y merece su reivindicación: “Para elevar el nivel del traductor hacen falta dos cosas: que el traductor tome conciencia de la seriedad de trabajo y sepa que una buena traducción no se consigue sin preparación y esfuerzo; que el editor tome conciencia de su deber de remunerar esa tarea adecuadamente […] Es un oficio (o profesión) que ha de tomarse en serio, y es un oficio (o profesión) que ha de pagarse como lo merece”. 

La atractiva construcción que titula el texto completo de Ocampo no pasa inadvertida: Un asunto de suma importancia: La Traducción.
TRADUCIR PARA EDITORIALES HOY
EN UNA LÍNEA similar a la de Ocampo, el sábado 22/09/12 la revista Ñ (Clarín) elogió a los traductores en su mes con una serie de artículos alusivos a la práctica actual de la traducción en Argentina.

En uno de esos artículos, la traductora Julia Benseñor plantea cómo los traductores nóveles se topan con grandes dificultades a la hora de abrirse paso en el mundo de la traducción editorial. Ante el contraste actual entre la variada oferta académica para formar traductores literarios y, por otro lado, la situación real de mercado, se pregunta: “¿Cómo lograr esa primera experiencia?”. Así escribe la autora de la nota Estudiar para traductor: dónde y cómo: “La traducción literaria es posible y la mejor prueba de ello es que se ejerce. La explicación es muy sencilla: hay más de un camino que conduce a la traducción literaria […] En mi caso tuve la oportunidad de que en una editorial me tomaran una prueba… y simplemente la aprobé”.

La de Benseñor es una experiencia sin duda marcada un tanto por la suerte y otro tanto por la época. Pero cuidado, a no desestimarse. Que la traducción literaria se ejerce es muy cierto, que si se quiere se puede trabajar en esta rama también es cierto, aun cuando no todos los traductores tengamos la dicha de trabajar en la traducción de libros enteros, o de nuestras novelas favoritas, o de nuestros géneros predilectos. Internet es siempre una invaluable fuente de búsqueda y recolección de datos para saber por dónde empezar, pero al recurrir a un índice de sitios de interés vinculados con editoriales que podrían contratar nuestros servicios, es importante reflexionar acerca de la propia afinidad con una rama de la traducción determinada, conocer las propias preferencias de antemano o sobre la marcha, e ir haciendo camino al andar. El camino hacia la traducción para editoriales puede ser muy arduo, a veces frustrante, pero de algún modo si la tenacidad acompaña el esfuerzo y la insistencia, a largo plazo llegan los logros. O al menos se alcanzan metas semejantes. En gran parte la clave está en no dejarse vencer por los tiempos del mercado.

Por su parte, Benseñor, quien lleva traducida más de una veintena de libros, extiende el uso de la primera persona de modo que, como diría el periodista local Sebastián Riestra, se “justifica” este recurso estilístico por el desafío ético-político que formula hacia el final de su nota: “Propongo a todo editor que se enfrente a la necesidad de contratar a un nuevo traductor que adopte esta buena y saludable práctica de la prueba de traducción. Darle al candidato un fragmento del libro que se necesita traducir […]”

La propuesta es muy “poco onerosa”, dice, “ya que sólo exige tiempo de ambas partes” y, a su vez, “es una vara justa a la hora de incorporar traductores jóvenes, entusiastas y sin experiencia”. ¿Algún traductor firmaría en disconformidad? (De hecho, dados los tiempos que corren y para que el desafío sea completo, no estaría mal apoyar la moción vía Twitter y Facebook... ¿Alguien tira la primera piedra?

La formación del traductor literario
INCULCAR EL OFICIO DESDE EL LUGAR DE FUTURO COLEGA
AUN cuando el destino del futuro traductor sea dedicarse a la traducción de manuales técnicos y documentos legales exclusivamente, el entrenamiento en la traducción de literatura es fundamental para que el estudiante detecte y se valga de estrategias eficaces de redacción que le serán útiles para todos los texto. Traducir literatura supone la incorporación de recursos técnicos formales indispensables para el futuro profesional, así como también, por otra parte, el estudiante tiene la oportunidad de ensayar su propio perfil escriturario y,  con todo, ejercitar la reformulación. Esta última habilidad resulta cada vez más importante a la hora de marcar la diferencia o complementar la traducción automática. La reformulación, el volver a decir lo mismo con otras palabras y (posiblemente) en otro orden, ayuda a resistir la tentación constante de calcar estructuras que se tornan poco espontáneas o hasta erróneas y resultan en una lectura tediosa o forzada en la lengua de destino.

Pero además de las ventajas prácticas de trabajar en traducción literaria, los géneros literarios suelen contar con un valor agregado: la ficción tiene el poder de despertar la imaginación y la curiosidad del traductor en potencia; suele invitar al espíritu a la introspección y hasta puede iniciarlo en el camino de la propia escritura (si no escribía de antemano). La traducción de un texto literario—aun la de aquel que a simple vista disgusta y resulta poco atractivo—exige la puesta en marcha de una serie de destrezas cognitivas que, si bien pueden ser convocadas por otros textos, la literatura reclama constantemente, pues sumada a la prevalencia de la función poética, la literatura congrega saberes que trascienden las fronteras de lo meramente racional, lingüístico, purista y real. 

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H oy celebramos una práctica que devino en carrera que devino en profesión. Ojalá con los años la figura del traductor logre reivindicar su obra de buena fe, su ética profesional y gane el reconocimiento que siempre ha merecido. Formar a quienes creen en el futuro de esta profesión es un orgullo, conlleva esfuerzo y tiempo pero otorga inmensas satisfacciones que hacen que cada rato dedicado a ellas valga la pena. ¡Feliz día colegas, y feliz día a todos los traductores en potencia! ◘ ◘ ◘ 


*El estar presente en el vivo de la situación en que surgen esta clase de consultas—a veces quejas, a veces acusaciones, otras generalizaciones—no siempre permite mantener la entereza y pensar "Y bueno, es que hablan sin saber". Cuando la cosa se pone tajante, cuando se juzga desde la ignorancia, la desactualización o la mera condena... ... ... ... ... En fin, hay maneras de intentar hacer ver al otro el punto de vista propio, y ya cuando uno les dice "Yo soy traductora, y me parece que..." algunos empalidecen. Otros ni se inmutan,  pero aunque la conversación no siempre resulte en una ampliación de perspectiva, intentarlo no es en vano.

ACKNOWLEDGEMENTS

ALGUNAS 
PERSONALIDADES
del  CAMPO  y  ÁREAS  AFINES que HAN INSPIRADO  INSPIRAN a FUTUROS TRADUCTORES  y  COLEGAS


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