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¿Cuestiones de gÉNeRo?
La
primera
cita
Delfina Morganti
delfina.morganti@gmail.com
Como esas personas en
las que uno piensa a menudo pero con las que apenas se anima a hablar, cuando
me acerqué a ella lo hice, ante todo, con un sinfín de prejuicios.
Me
acerqué sin esperar que surja entre nosotras una gran afinidad, ni siquiera esa
química que creo imprescindible para un vínculo más o menos fructífero y, si se
quiere, estable.
Ahora que
lo pienso, se me está yendo esa imagen extraña que se me hacía en la cabeza
cuando escuchaba su nombre...
Antes era como oír el ruido que te hace una comida cuando todavía no la probaste... O esa extrañeza familiar que evoca
alguna película cuando la viste hace tanto tiempo que ya no te la acordás.
De a
poco, muy gradualmente, voy depurando aquella masa amorfa y grisácea que
representaba mi cerebro ante el estimulo auditivo de su nombre.
Ese nombre... Ya la misma combinación de sus dos primeras letras me suena desafiante, áspera,
zigzagueante.
Si no le
ponés límites, corrés el riesgo de que te deje, y ni te das cuenta. Te vas por
las ramas y ella se hace la que está todo bárbaro, seh... Pero después la ves y te das
cuenta de lo que le hiciste. Y te das cuenta...
Te pide
ir con cuidado, con "tenacidad" pero sin perderle las ganas. El principio para
ella es clave, tiene que haber esa cosa de amor a primera vista.
Terminarla es
clave, si no se pudre todo. Y al cuerpo hay que saber hacerle justicia, si no,
¡te la regalo!
Es como
una nena caprichosa: apenas le soltás la mano te hace quedar como un boludo.
“Flojo, fulanito, flojo”. La conciencia te carcome. Como que te faltó
algo.
Y si te
enfrascás en ella, ¡ja! Agarráte, Catalina. Te va a pedir espacio... Cosas raras, cosas como "intimidad en lo profundo", "madurez",
"estilo", "precisión".
Ella es
atrevida con los que la miran, y ahí vos te la tenés que bancar. Una vez que la
quisiste, ya está. Los otros vienen para tirarte cada piedra… Pero también
llegan las flores, aunque pocas veces te sentís un verdadero winner.
Ojo, ella
no es de las que te buscan, no te va a buscar. Salvo que vos andes con las
antenas bien paradas, puede que te cueste encontrarla, hacerla tuya. Y hacer la
tuya.
Le gusta
que la descubran, que le hagan cosquillas por todas partes. Espera gustosa a
que te lances, que te "comprometas", que te tires aun sin saber si
habrá fondo posible.
Si la
querés para un rato y chau, ja, no te acepta la muy mona. Te dice que no aunque
no te lo diga. Y vos vas tranqui, creyendo que ya está, que la domaste, y
después te rebotan. Te la arrebata el miedo, la falta de confianza, el desgano.
Se la gana otro antes y perdiste, es dar vuelta la hoja, volver a empezar.
◘ ◘ ◘
Lindo y elocuente :)
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